viernes, 22 de agosto de 2008

Travesía II (segunda parte) La historia oscura no contada


Tras largos años de preparación e interminables horas de fatigoso trabajo para reunir la logistica, una gran expedición Tandilense atravesó la llanura pampeana. Qué mejor objetivo elegido que el recorrer la cuenca del Salado, que igual a la identidad del grupo, encuentra su origen en lo profundo de la tierra desde el principio de los tiempos, lo que hacía una buena química con el terruño granítico de donde son oriundos los ávidos aventureros, aventureras y aventurerito (Alejo).
Vaticinaban los estudios previos y comentarios de los lugareños, que el rio caudaloso ya no era tal, y que la seca agrietaba hoy su lecho barroso (nada que ver con Roberto a quién le mando saludos).


Algunas postales de época muestran al equipo Tinto sediento de un torrente que le permita una remada más coherente y menos dura que los pajonales, sin amedrentarse encararon igual a campo traviesa, (Ver foto de Alberto, de Ivana y Ariel) desde RAUCH a la vera de la ruta 30 hasta GORCH pasando LAS FLORES allá por ruta 3. Una buena capa de cinta de embalaje impidió el desgaste total de las canoas, del isquión y del coxis.

Ya sobre el caudaloso lecho, un poquito más angosto que el Rio de la Plata, demostraban un notable equilibrio y percepción, dejándose llevar por la corriente entre ramas, piedras, alambres y peces muertos flotando a la deriva.






Solo el dedo celestial del señor (el señor que sacó la foto) guíaba su rumbo incierto de peligros y misterio. Aunque el único misterio después fue entender como llegaron. (ver antecedentes del mismo grupo en el Quequén).





Al arribar a las tolderías de Belgrano City, los nativos los recibieron amistosamente y con gran aceptación los hospedaron permitiendole armar sus chozas, acercándoles troncos para el ritual nocturno del fuego sagrado. Ariel hizo de interprete, se vistió acorde al atuendo de los anfitriones y creó lazos de camaradería naval. (ver detalle del taparrabo haciendo juego con sus botitas artesanales).

Como parte del entrenamiento inspirado de Los Pumas, el profe hizo bañar a los varones con agua helada porque dijo que tenía efecto desinflamatorio. Para las chicas que son más finas, delicadas y limpitas se puso a soplar el molino, que llenó el termotanque con aguas termales y perfumadas.

Muy arraigado en tradiciones religiosas paganas y bien entrada la noche (entrado también el vino y la cerveza que se tomaron), el grupo tinto realiza rituales también paganos, danzas dedicadas a la pachamama besando la tierra, que terminan con el sacrificio de algún animal vacuno o similar, todo para que al siguiente día la dicha de los dioses los proteja en su travesía final durante los quince mil quilometros de remada que les faltan.

Al que le sobraba energía era a Gastón, (su Nitro estaba compuesto por una rareza de Vino tinto con Speed y cerveza), mató el aburrimiento recordando sus tardes de pesca en Bahia San Blas y con notable maestría de conocimiento sobre piscicultura perceptiva extrajo tras tres horas de ardua pelea, un Tiburón de 120 kgs, (ver foto) que como practica la pesca deportiva devolvio al Dios Neptuno.


No alcanzan los comentarios para describir el coraje que ostentó este grupo, para muestra bastan dos fotos, y diganme si vestirse así no es tener coraje !! (Alberto a la izquierda y César a la derecha)


Gracias por tantas alegrías, por tanta amistad compartida, por la combi comprimida de afecto y olor a oso, gracias por todo…menos por el pelot.. del chofer (el mismo de siempre) que de arrancada no subimos ni la loma alta del dique, y al llegar a Belgrano tuvimos que esperarlo mojados porque se fue de paseo y nos llevó los bolsos.

jueves, 21 de agosto de 2008

Una travesia … solo para pasear

Después varias propuestas, ideas y alternativas, la comisión de canotaje organizó, a demanda de varios palistas, un descenso recreativo. Esta actividad es la otra cara del canotaje, la que hace a descubrir lugares y maravillarse solamente con la naturaleza. Sin tratar de ganarle a nadie, por el gusto de remar por remar, atento a las aguas, a los lugares nuevos, a lo que ofrece cada recodo del río.


Salimos muy temprano. Nos encontramos en la isla a las 3.30 del sabado 9 de agosto y apretujados en una combi muy chica, salimos para el Salado. A las 9 de la mañana estabamos en la orilla del río, en un paraje llamado “La Chumbiada”.

Por fin, a las 9.30, previa charla técnica, estábamos en el agua. El día estaba fresco pero pintaba mejorar por lo que no fue necesario el exceso de ropa. La formación estaba encabezada por una canoa con Pablo e Ivana, cerrando otra canoa con Alberto y Hernán. En el medio iba un doble travesía con Mariana y Liliana, y kayak simples con Juan, Santiago, César, Gastón, Ariel y quien escribe, Rubén.

El río y el tiempo estaban de lo mejor. El Salado aunque con poco agua empujaba mucho y el tiempo nos regalaba un calorcito desacostumbrado para agosto. El primer día era un gran desafío. Había que hacer aprox. 40 Km. lo que demandaría unas 6 horas de remada. Si le sumamos paradas a comer, a sacar fotos y algún eventual vuelco, no sobraban muchas horas de luz, por lo que salimos a buen ritmo. Hicimos un tirón de unos 10 km., y recién entonces paramos a estirar las piernas y comer una fruta.

Ya a esa altura las posiciones en el agua habían cambiado, la canoa que debía cerrar la travesía, se quejaba de no poder seguir un ritmo tan inconstante y quería llevar un ritmo más parejo, así que se decidió que fuera más adelante. Pablo tomo una posición más al medio para supervisar todo el grupo, y Juan Alvarez, como una especie de “libero” iba de un extremo al otro de la expedición chequeando el estado de cada palista.


Ocho km. más adelante hicimos la parada a comer. Aparcamos en la costa y subimos la barranca que delimita al Salado en todo su recorrido. Comimos con ganas. Pizza, empanadas, tarta y las regamos con agua, gaseosas, gatorate, speed y hasta suero (para reponer sales según el Profe).

Una hora después volvimos a los botes. Ya eran las dos de la tarde y faltaba la mitad del recorrido, así que le dimos un rato a buen ritmo. El físico empezaba a sentir el rigor del ejercicio. En un momento se ató un kayak a la canoa para aliviar un palista que iba medio acalambrado. Hubo paradas de emergencia para estirar músculos fatigados y espaldas tensionadas. Hubo también cambio de posiciones y los palistas de las canoas, menos cansados intercambiaron posiciones con los kayakistas individuales. Todo esto un margen de gran comprensión y camaradería buscando que el paseo siga siendo lindo para todos.

Cuando ya estábamos pidiendo una parada para descansar, y casi por sorpresa, llegamos al acarreo que marcaba el final del recorrido. Eran aproximadamente las 17 hs.

Acarreamos los botes, que pesaban más que nunca, y llegamos al CEF de Belgrano, donde funciona la escuela de canotaje. Allí armamos las carpas y usamos las instalaciones todo por invitación del club de Belgrano.

Después de una ducha, (con agua fría por cierto!), nos dimos a las tareas de armado de carpas y prender el fueguito para el asadito de la noche.

Una vez liquidado el asunto, hicimos una caminata al costado del río y a eso de las 11 ya estábamos todos en las carpas.

El arranque del domingo fue algo lento. Estábamos tranquilos porque sabíamos que lo que quedaba era corto. Desayunamos lentamente, desarmamos campamento, cargamos los bolsos al carro, tuvimos oportunidad de conversar con Carlos, el instructor de CEF de Belgrano, quien nos contó detalles de un proyecto de dragado que se realiza en el Salado aguas abajo.

Pasado el medio día estábamos en el agua. El viento estaba bastante fuerte y el día pintaba algo más fresco. A poco de arrancar llegamos a la corredera, ya la conocíamos con más agua, ahora estaba con rocas bastante superficiales. Juan y Lilian siguiendo las indicaciones del Profe pasaron en el travesía doble, detectaron rocas superficiales a la salida, asi la canoa de Pablo e Ivana, decidió corregir el rumbo sobre la salida para pasar por un lugar un poco mas profundo. Una vez pasada la canoa, el Profe desde la orilla indico al resto de las embarcaciones el camino a seguir. Fue un momento de bastante adrenalina, se veían los pequeños rápidos que empujaban y saltaban. Afortunadamente todos pasamos sin mayores sobresaltos, pero les aseguro, que en el momento en que uno pasa el último rapido, se siente una gran emoción y porque no alivio…

Ya en esta última etapa tuvimos bastante viento en contra, si bien se hacía bastante pesado, había olas bastante altas que bañaban la cubierta de los botes y nos hacían cabalgar entre las mismas.



Para organizar mejor la cosa, nos separamos en dos grupos, uno a cargo del Profe que tomo la delantera, y otro por detrás a cargo de Juan. Después de remar otro rato, y tras la milésima curva del río, vemos aparecer el puente y sabemos que -ya está… que todo salió como queríamos.

Sacamos las últimas fotos de rigor, todos en el agua y dimos las últimas paladas rumbo al objetivo.

Finalmente, quiero felicitar al Profe por la buena planificación, porque armo un grupo parejo, con buen entrenamiento y buen humor. Cuando las cosas salen redondas es porque estuvieron bien planificadas, y destacar también la buena onda del grupo, el espíritu solidario y la camaradería con que se vivió esta pequeña aventura.

Rubén Nuñez
 
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